Los problemas que se plantean al cruzar las fronteras nacionales

ken waiting

Esperando…

Está entrando oficialmente …

La resplandeciente caja del contenedor rojo decía «inmigración». Las puertas estaban cerradas, una tenía una señal de «entrada», la otra decía «salida» pero no había actividad. Ciertamente este no podía ser el mostrador oficial de inmigración para obtener un sello de ingreso. Los informes que había leído hablaban de un arreglo extraño que requería una caminata de 1 km a la ciudad desde San Antonio hasta la oficina oficial de inmigración. Es extraño que cualquiera que quiera entrar al país y desaparecer simplemente podría hacerlo sin molestarse con las formalidades. A pesar de todo, y gracias a Dios que tenía a mi amigo de Colombia conmigo, nos dirigimos a la oficina oficial de inmigración; La cual resultó ser que no fue capaz de proporcionar sellos de entrada, ya que oficialmente dejó de ser oficial, sino que el contenedor rojo fue declarado oficialmente el punto de control de entrada oficial. Nuestros alegatos de que no había nadie en el depósito de contenedores y que en vista de que ya habíamos estado en la antigua oficina oficial nos permitieran continuar, cayeron en oídos sordos; el funcionario encargado de oficialmente estampar y firmar oficialmente el sello no estaba oficialmente disponible. No había nada más que volver al cruce fronterizo y hacer la fila allí. Afortunadamente, se trataba de Venezuela; desafortunadamente, se trataba de Venezuela.

La imprevisibilidad …

Suerte que la línea más larga era para los venezolanos que volvían a casa, y no requerían sellos oficiales; No había necesidad de que me uniera a esta línea, ya que yo necesitaba un sello. Desafortunadamente, el caos existente dio lugar a interrupciones regulares de internet, y cuando entré en el fresco interior del contenedor rojo, sólo había una opción, esperar. No había una fila real, sólo tres personas estaban delante de mí, y pronto comenzamos a compadecernos de la situación. Mi anfitrión colombiano empezó a hablar con una persona, mientras yo inicié una conversación con un caballero que parecía ser de algún lugar de Europa a juzgar por el acento; fue sólo cuestión de momentos antes de que cambiaramos a nuestra lengua nativa de los países bajos. Nuestra conversación cubrió muchos temas durante nuestra espera compartida, y pronto se hizo evidente que mi anfitrión había estado en una conversación con la esposa de este caballero, un ciudadano de Venezuela. Cuando el esposo y la esposa se enteraron que que mi intención era viajar de San Antonio a San Cristóbal en autobús y desde allí montarme en un autobús a Barquisimeto, compartieron una mirada rápida volteando los ojos, luego se voltearon hacia nosotros y me declararon extremadamente osado – no – pero me ayudarían, y me invitaron a unirme a ellos en su vehículo para el viaje a San Cristóbal, su ciudad natal.

the liberator

Simón Bolívar, El Libertador

Noté la enorme montaña de preocupación que desapareció de los hombros de mi anfitrión colombiano cuando escuchó esta generosa oferta, y finalmente pudo sonreír con confianza otra vez. Tanto como había leído yo sobre las condiciones en la carretera de San Antonio a San Cristóbal, igual o peor había oído hablar él de esa misma ruta, y realmente no había tenido un momento de paz desde que comenzamos la travesía a través de la frontera esa mañana.

De la República Bolivariana de Venezuela

De repente, como una lista de espera, las computadoras comenzaron a sonar, y la conectividad de internet fue restaurada, nuestros pasaportes podían ser escaneados y digitalizados y llevados a los bancos centrales de almacenamiento; Nos dieron nuestros sellos de entrada y fuimos saludados alegremente en el camino por los sufridos funcionarios cuya obligación oficial era de darnos la bienvenida oficial al país conocido oficialmente como la República Bolivariana de Venezuela.

Traducción de: Mario Muchacho

Publicado en América del Sur, Historias.

Ken es un residente de largo plazo de Tailandia y ha viajado extensamente. Le gusta leer, escribir, fotografiar, comer y compartir historias.